miércoles, 21 de junio de 2017

La vida interior de las plantas de interior

Título: La vida interior de las plantas de interior
Autor: Patricio Pron
Editorial: Mondadori
Páginas: 140
Precio: $20.000 (EUR 5,89)
Librería: Acuario.

Compré este libro por recomendación de un amigo. No sabía nada del autor. Entonces, como siempre que leo a alguien nuevo, lo primero que hice fue mirar la información de la solapa, para saber más de él. En ella aparecían los libros que había escrito y los premios que había ganado, pero no dónde había nacido. Esto me pareció curioso. Por lo general es lo primero que se pone en esos textos que tratan de magnificar lo que uno está a punto de leer. Especulé, entonces, que el autor debía ser de Chile o de Argentina, los dos únicos países del mundo en donde se atreven a bautizar a sus hijos con el nombre de Patricio. Pero el libro estaba editado en España. Entonces supuse que esa omisión deliberada en la solapa me invitaba a un juego. A leer el libro con la intención de descifrar el misterio. Acepté el reto. Es bueno tener un objetivo, más allá del disfrute, al leer un libro. Así que con esto en mente abordé las páginas de La vida interior de las plantas de interior.

El primer cuento, El cerco, se desarrolla en un barrio residencial de la ciudad alemana de Hanau; Un jodido día perfecto sobre la Tierra es sobre un jurado de uno de los miles de concursos patrocinados por un Ayuntamiento español; en Cincuenta y cuatro veces habla el perro de Pablo Picasso. Como una cabeza enloquecida vaciada de su contenido hace un recorrido retrospectivo desde la isla de plástico del Atlántico, pasando por Amsterdam en Holanda, Dover en el Reino Unido, Gaobeidian, un pueblo al sur de Beijing, en China, hasta la cuenca del lago de Maracaibo en Venezuela; En tránsito habla de una relación de pareja a distancia, entre Madrid y Amsterdam; Diez mil hombres habla en primera persona sobre un libro escrito por el narrador que tiene el mismo nombre que uno escrito por el autor, y que trata de lo mismo, así que posiblemente sea autobiográfico -o autoficcional, que es como se dice ahora- (todo lo cual solo vine a saberlo después), y trascurre en Heidelberg y el narrador habla de su casa en Madrid. El nuevo orden de la última lluvia es sobre una mujer que huye continuamente, huida que empieza en Alaska, pasa por California y París y termina en una decena de pueblos belgas y holandeses.; Trofeos de amantes que han partido discurre en ese territorio que está en todas partes y en ninguna que es la internet; La explicación, en la periferia de alguna ciudad española; Algo de nosotros quiere ser salvado ocurre en la ciudad de *osario, presumiblemente Rosario, Argentina, que por algún misterio el narrador, otra vez en primera persona, no es capaz de nombrar; La protagonista de Rododendro,  Tradescantia, Tillandsia, Bromelia vive en una urbanización a la salida de una ciudad europea indeterminada; El narrador en primera persona de Algunas palabras sobre el ciclo vital de las ranas viene de la provincia y vive en un piso que un amigo le ha prestado, bajo el escritor argentino vivo, en una capital latinoamericana, probablemente Buenos Aires; finalmente, en  La cosecha, un actor porno infectado de sida huye de los Estados Unidos a una ciudad grande de Brasil, probablemente Río o Sao paulo.

¿Qué pude sacar en limpio del juego? Bueno, la historia de muchos escritores. Uno que probablemente había nacido en algún pueblo perdido de la olvidada provincia argentina, que se había ido a Europa y había vivido en Holanda, Alemania y Madrid, donde finalmente había triunfado. Con un par de búsquedas en google me enteré que estaba muy cerca de la verdad. Pron es argentino, vive en España y ha vivido también un buen tiempo en Alemania, donde estudió.  Leyendo algunas reseñas uno se da cuenta, además, de que es un autor de esos que despierta pasiones, al que lo odian o lo aman. Que algunos lo califican como el nuevo genio de la literatura argentina y otros como un pedante vendedor de humo españolizado. Por eso me alegra haber leído este libro cuando no sabía nada de esto.


Pero, ¿por qué es relevante esta historia del origen omitido en una solapa, más allá del juego imaginario que me propuse y que no sé si habrá sido la intención del autor? La respuesta es simple: porque creo que encaja perfectamente en su propuesta literaria. Porque creo que Pron, como todo escritor serio, aspira a ser universal y quiere serlo, además del gesto superficial de no ser reconocido por haber nacido en un sitio particular, a través del lenguaje. Porque más allá del espectro anecdótico y geográfico de las historias narradas en La vida interior…, del juego permanente con el tiempo, de la exploración de una narración episódica (que se fortalece con la numeración de los párrafos en algunos cuentos), está el lenguaje. Hay un eje temático que atraviesa el libro: la soledad (Vásquez, en la tirilla promocional, dice que es el dolor, pero no estoy de acuerdo en esa interpretación). Y esta soledad es transmitida y reforzada por un lenguaje directo, preciso, pero sobre todo mínimo, podríamos decir casi que desolado. Pron ha limpiado el lenguaje con obsesión, despojándolo de cualquier adorno o complejidad innecesaria, y ha encontrado, más que uno simple, uno esencial, fundamental. Como ese español de las traducciones mexicanas de las películas en inglés que llaman neutro. Un español universal. Hay autores que buscan la universalidad en lo particular. En la jerga o el dialecto. Pron, en estos cuentos, ha buscado la universalidad en lo universal. Y creo que esto ya, de por sí, es una buena excusa para leerlos.