lunes, 6 de marzo de 2017

La escoba del sistema

Título del libro: La escoba del sistema
Autor: David Foster Wallacer
Editorial: Pálido fuego
Páginas: 521
Precio: $20.000 (USD 6,67)
Lugar de la compra: Feria del libro, Stand de Promolibro Colombia S.A.S.



Lo bueno de la Literatura es que todavía, en medio del frenesí tecnológico de nuestros días, es capaz producir milagros. Milagros que pueden ocurrir dentro y fuera de las páginas. Pequeños y grandes milagros. Cualquiera que se interese por los libros habrá experimentado algunos de estos sucesos irrepetibles a lo largo de su vida. El último me ocurrió hace un año. Visitaba la tediosa y predecible Feria del libro de Bogotá, acompañado por un amigo y mi pobreza, buscando las promociones siempre escasas e insatisfactorias de este evento. Era de noche y ya nos preparábamos para salir, luego de haber caminado por horas, cuando mi amigo entró en un stand sin gracia, uno que siempre está en el mismo lugar todos los años y en el que nunca encuentro nada que me interese. Yo había seguido de largo, sin darme cuenta, así que cuando vi que mi amigo no me seguía, me devolví a buscarlo. Cuando entré al stand, el administrador ponía en sus manos dos libros de David Foster Wallace: La escoba del sistema y Conversaciones con David Foster Wallace, prácticamente imposibles de conseguir en Colombia. Pero la cosa no paró ahí. Cada uno de los libros costaba unos increíbles veinte mil pesos. Casi me voy para atrás cuando me fue revelada esa información. El mismo vendedor sabía que cada ejemplar podría costar, por lo bajo, ochenta mil pesos. ¿Cómo los había obtenido? ¿Por qué los estaba vendiendo a ese precio? No sé. No me molesté en preguntárselo. Lo único que hice fue arrebatarle Conversaciones… de sus manos, e intentar lo mismo con mi amigo para hacerme a La escoba del sistema, aunque esta segunda jugada no me salió como esperaba, ya que él había tomado el libro previamente y había sido advertido de mis intenciones por el primer raponazo, por lo cual logró  frsutrar mis intenciones con un rápido movimiento de evasión. Pero era un día milagroso. Resulta que el vendedor tenía, no uno, sino dos ejemplares de cada libro, así que mi pequeña y mezquina escena había sido innecesaria.

               ¿Por qué había actuado de esa manera? Por una sencilla razón: David Foster Wallace es uno de mis autores favoritos. ¿Por qué es DFW uno de mis autores favoritos? Para responder esta pregunta, antes de leer La escoba del sistema, hubiera tenido que detenerme en algunos de sus cuentos, ensayos, o en partes de su inconmensurable novela La broma infinita, que mostraran el tipo de cosas por las cuáles me gusta tanto. Una larga tarea. Pero apenas comencé a leer La escoba del sistema descubrí, no sin sorpresa, de dónde venía mi admiración por DFW: del mundo que creó en su literatura. Porque al ser su primera novela, y al haberla leído después de La broma infinita, de sus cuentos y la mayoría de sus ensayos, lo que descubrí es que DFW, como Faulkner y García Márquez y Onetti, no escribía libros aislados sino piezas de una obra más grande, estaba construyendo un universo literario, que en efecto logró edificar, y que yo no había sido capaz de ver hasta que leí La escoba del sistema.

                Ese, para mí, es el mayor logro de este libro. Porque ya en él, a pesar de haber sido escrito por su autor con escasos 24 años de edad, se encuentra el particular mundo DFW. Ya se vislumbran claramente sus pequeñas y grandes obsesiones temáticas: la soledad, las drogas y la locura como respuesta o consecuencia de pertenecer a familias disfuncionales; las reflexiones filosóficas en medio de una era que se extingue en la banalidad y la codicia; la cultura popular del entretenimiento y su efecto nefasto en la sociedad; las grandes corporaciones y sus diabólicas conspiraciones; las organizaciones secretas que luchan contra el sistema; el interior de los Estados Unidos, con su compleja simpleza y su naturaleza abrumadora; los personajes trastornados, rotos, perdidos; las discapacidades físicas y mentales; los aparatos mecánicos inútiles. También están ya sus obsesiones formales: la fragmentación y la polifonía; los diferentes recursos narrativos: expedientes, cartas, transcripciones, monólogos, las historias dentro de la historia; las tramas absurdamente intrincadas y no siempre satisfactoriamente resueltas; las frases extremadamente largas; los diálogos hilarantes e intelectualmente profundos; una suficiencia en el manejo del lenguaje que lo lleva incluso a cometer excesos que, sin embargo, no desentonan en medio de una obra que es, ante todo, hiperbólica; la transformación del mundo físico real para ambientar su distopía en un futuro muy cercano. Están sus banderas: el humor negro y la imaginación desbordada; la exageración y la desmesura; y tantas otras cosas que seguro se encontrarán en lecturas posteriores.

                Todas estas características enumeradas en el párrafo anterior, hacen de La escoba del sistema un libro interesante, pero difícil de leer, como la mayoría de los libros de DFW. Se demanda del lector un gran esfuerzo inicial para entrar en sus líneas sin perder la concentración y obtener la inercia necesaria que permita continuar el camino a través de sus más de quinientas páginas. Un trabajo que vale la pena llevar a cabo, pues tiene como recompensa adentrarse en el mundo de un autor que, ahora en la distancia, se ve como uno de los pocos artistas que logró crear una obra perdurable, una escuela que han seguido otros escritores consciente o inconscientemente, nada más y nada menos que dentro del posmodernismo, esa corriente filosófica y artística que parecía destinada a no producir ninguna obra duradera.


                P.S: Esta edición viene con una carta escrita por el mismo DFW, en la que presenta su novela a un editor: un texto que por sí solo valdría cualquier suma que se pague por el libro.